Me llegan últimamente varios correos sobre el salario ético de los políticos.
Comparto la idea, por supuesto: el salario de un político debe responder a criterios éticos. No comparto, sin embargo, desde luego, las cantidades que les quieren asignar. Quizás vivan por encima de lo que sería deseable, pero no podemos condenarlos a la austeridad más absoluta.
Aunque comparto esta idea, como decía, me sorprende, sin embargo, la complacencia con la que ve gran parte de la sociedad los sueldos y las ganancias de algunos ejecutivos, empresarios y, no digamos, algunos deportistas o “artistas”.
No me refiero tampoco a esas indemnizaciones tan escandalosas que por desorbitadas nos han puesto a todos de acuerdo. Me refiero a ésos que de una forma injustificada ganan 5000 ó 6000 euros al mes, cuando el máximo riesgo al que se ven expuestos es a caer de la silla del despacho o a que el AVE tenga un mal tropiezo; mientras a bomberos o policías (con todas las diferencias que tengamos con ellos, a mí también me multaron indecentemente el otro día)les exigimos antigüedad, exclusividad, pluses, pluses y más pluses para que su sueldo se eleve un poco sobre la media de la población.
Me refiero a ésos que esgrimen, como defensa para sus sueldos, que crean riqueza o que de ellos depende la creación de muchos puestos de trabajo; a ésos que, por ende, cuando cierra su empresa o pierde productividad su departamento, debieran devolver parte de sus ganancias y que, sin embargo, suelen estar blindados por cláusulas que hacen imposible a la empresa deshacerse de ellos o, como mínimo, los hacen vivir cómodamente mientras encuentran otro hueco millonario.
Decía que me sorprendía la complacencia con esta falta de ética en las remuneraciones privadas (recuerdo que dineros hay dineros públicos y dineros privados, pero que moral, ética, no hay ética privada y ética pública). Nuestro ordenamiento jurídico, nuestros convenios colectivos, nuestros contratos podrán legalizar determinados comportamientos, pero no el hecho de que sean legales los hacen éticos.
Por último, una reflexión: ¿no será que mucha gente no se pregunta por la moral de estos otros sueldos por si algún día ellos o su parentela más cercana pueden acceder a éstos?
miércoles, 17 de febrero de 2010
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