jueves, 20 de julio de 2023

Presumamos la buena voluntad de todos.

No estoy de acuerdo con esas afirmaciones que se escupen unos partidos a otros sobre lo poco que les importan a unos y a otros las mujeres, los trabajadores o España.

No estoy de acuerdo; creo que, en el fondo, sí les importan a todos sus mujeres, sus madres, sus hijas, como ellos dicen.

No van de eso estas elecciones, por tanto. Creo que van de qué se hace para mejorar la situación de todos.

Unos creen que el hombre tiene que salvar a las mujeres de los salvajes. Creen que el rico tiene que salvar a los trabajadores, a los parados. Creen que la "nación" (es decir, las zonas ricas tradicionales, el centro del país) tiene que salvar a las zonas periféricas, y lo mismo ocurre con el centro noble de las ciudades con respecto a los "barrios".

Y para eso es necesario un hombre poderoso, un rico poderoso, un centro poderoso. Es obvio, desde su punto de vista.

Hay, por otro lado, otra gente que cree que es mejor disponer las cosas para que nadie tenga que ser salvado, para que no haya situaciones que así lo exijan; para que, si ocurriera, cada uno tenga recursos suficientes para saber defenderse solo.

Es más, creo que hay, incluso, un tercer grupo entre políticos y, sobre todo, de votantes: los que creen que esta segunda opción es más bonita, pero inviable en la práctica; por lo que apoyan la primera opción.

En fin, queridas, queridos, podemos estar más o menos de acuerdo, pero no nos escupamos bilis; intercambiemos propuestas.

Buena jornada electoral a todas y a todos. Un abrazo grande.

sábado, 1 de julio de 2023

La riqueza virtual. Del pijo-progre al pijo-pobre

Escucho análisis, análisis y más análisis de los resultados de las últimas eldcciones y echo en falta una observación. Vivimos desde hace tiempo, sobre todo los jóvenes (y quieren sentirse jóvenes, como mínimo hasta los cincuentones), en la realidad virtual. Vivimos como si fuéramos guapos (ahi están los filtros digitales, la ropa o la industria de la estética), como si fuéramos clase media (se hacen enormes esfuerzos económicos por salir de bares, por ir de vacaciones, por cambiar de coche, por pertenecer a algo parecido a un club -normalmente de tenis, aunque sólo sea para ir a la puscina y al chiringuito por la noche, por ...).

¿Y los que no lo hacen, los que no pueden? Creo que el Partido Popular les ha sabido vender la idea de "no eres rico, pero puedes sentirte como tal". Para eso sólo tienes que manifestarte en las tertulias y votar el día de las elecciones como si lo fueras: defiendes la bajada de impuestos o los recortes al sector público porque eso beneficia a los míos, a los ricos (porque aunque yo no lo sea, lo siento así), porque eso perjudica a los pobres y yo no lo soy (bueno, lo soy, pero no me siento así).

Y todo eso se explica viendo los derroteros por los que avanza el mundo: nos mueve lo ilusionante, la esperanza, la utopía; pero, ahora, lo ilusionante, la esperanza, la utopía no es la igualdad, la justicia social, el bien común (eso ya no es ilusionante, es aburrido, es gris). Ahora, lo que ilusiona es el lujo, aunque sea en su versión de seguro privado a precio de saldo, de escuela concertada, de "amazon" o "de bazar oriental".

Ya ocurrió algo parecido con el fenómeno "pijo-progre", pero ellos, aunque en todo lo demás se comportaban como ricos, al menos, hablaban y votaban como si fueran de centroizquierda.

Ahora, la derecha ha descubierto que hay también mucho "pijo-pobre" y a él se han dirigido haciéndoles ver que, si no son ricos, pueden sentirse así (y ¿por qué no?, ¿por qué no van a tener suerte el día de mañana y, en este mundo en que somos libres para comprar un cupón y para tomar unas cañas; por qué no van a tener un golpe de suerte que los haga ascender súbitamente a ese olimpo de los ricos? Pero, claro, para eso, hay que mantener reluciente ese mundo luminoso y colorido de los ricos






La alegría que vende la derecha.

 El PP lanza una campaña con el lema de "Verano azul" y la izquierda le responde: ¿qué queréis, volver a los 80 de Chanquete?

No se enteran, no se quieren enterar.
Ahora, el color es de la derecha y el gris de la izquierda (hasta en la ropa y las expresiones siempre preocupadas de sus caras).
La derecha vende alegría de vivir: cañas, terrazas, vacaciones en el mar,...
Y desde la izquierda se podría hacer lo mismo: proponer imágenes luminosas como la de niños (el futuro) riendo mientras se bañan en ríos de montaña sin aglomeraciones, grupos de amigos sonrientes reunidos en un campo limpio, verde, rojo, amarllo, con un cielo azul despejado. Individuos vestidos con ropa colorida y furgonetas, que pueden ser recicladas, pintadas con arcoiris y flores de colores.
No todo tienen que ser puños en alto, mareas blancas o verdes. La gente necesita optimismo y no sólo miedo al caos que traerán los otros. Y ese optimismo se lo podemos ofrecer mostrando el mundo que nos gustaría, el que proponemos y no sólo el desastre que nos traerán ellos si gobiernan.