viernes, 18 de agosto de 2023

España frankestein, no gobierno frankestein.

Cuando hablan del gobierno frankestein, creo que hablan de la España frankestein, porque esa es la forma del parlamento, se forme el gobierno que se forme. Y no me vale esa petición de acuerdo entre un PP y un PSOE que se han menospreciado e insultado tanto en campaña: no ha votado eso el votante de uno y otro partido.

A mí me parece terrible el chantaje que llevan haciendo los grupos independentistas desde hace muchos años. Lo hicieron a González, a Aznar, a Zapatero, a Rajoy y, ahora, a Sánchez.

Me da igual lo que se pida (en algunas cosas estoy de acuerdo: referéndum, uso deblas lenguas cooficiales en el parlamento ...), pero me da igual si estoy de acuerdo o no con lo que se negocia, porque lo que no admito es el chantaje como fórmula. 

Por cierto, lo que tampoco admito es el uso retorcido de estos argumentos para intentar cargarse a un gobierno que ha sido mucho más que eso. Sobre todo, porque en ese chantaje han caído todos los gobiernos anteriores de uno y otro signo y no creo que se les haya juzgado nunca a ninguno de ellos sólo por eso. Uno puede estar en desacuerdo con un gobierno, pero no ignorando sus logros y fijándose sólo en lo que nos parecen sus sombras, sino por el balance de ambas cosas.

A lo mejor, la historia futura nos desvela los entresijos de cómo se taparon asuntos turbios del pujolismo desde el poder, como cesión a los chantajes de antaño.

E, insisto, no puedo estar más en desacuerdo con el chantaje como forma de hacer política. También, cuando cae en ella el gobierno actual.



jueves, 10 de agosto de 2023

El palabrerío como instrumento político.

 Espero que, en esta legislatura, creadas las cámaras, tengamos presidente y gobierno pronto. Sea de la coalición liderada por el PP o de la coalición formada en torno al PSOE. Incluso, si hay nuevas elecciones, me parecerá lo democrático, será el resultado de las urnas, no el bloqueo de nadie.

Lo que sí rogaría es que dejemos de enredar con las "palabritas". Las "palabritas", a diferencia de las palabras, se enredan en un barullo de expresiones que parecen estar sólo al alcance de unos pocos, cuya función principal no es otra que la de aparentar una cierta erudición política (argumento de autoridad -autoritas, dirían ellos-) y la de embrujar con la forma para distraer del fondo. Normalmente, "el palabritas" (expresión que puede usarse para referirse a quien hace uso de ellas) coge un argumento con un punto de verdad  que le interesa, oculta el resto, que no le interesa que se conozca; lo envuelve todo en palabrerío vano e intenta llevar a quien lo lee donde él pretende.
A veces, esas palabritas ni siquiera son sofisticadas; pero, a fuerza de repetirlas unos pocos, lo parecen: procès, ultraderecha, ultraizquierda, bolivariano, fascista, bloqueo institucional, pacto del tinel, del botanic, del majestic, ...
¡¡¡Ohhh!!! Cuánto deben saber estas señoras, estos señores, ...
Como entretenimiento, no tengo ninguna objeción (de hecho, yo me entretuve muchos años jugando a los tapones), el problema viene cuando queremos intoxicar con estas tretas, cuando queremos embarrar el terreno de juego, a ver si así beneficio a "los míos".
Evidentemente, no soy equidistante y, ahora, creo que todo esto lo están utilizando unos más que otros; pero soy consciente (y eso me da mucha rabia) de que también lo hacen, cuando creen que les interesa, aquellos a cuyas ideas soy más afín.

Estar en desacuerdo sin hundir al otro

 Acabo de leer: distingamos entre la persona y su opinión, digamos "no estoy de acuerdo" sin intentar hundir al otro,  no apoyemos a los que se dedican a dar "zascas" a ésos con los que no estamos de .


La persona a la que me refiero no estaba hablando de política ni de deporte, pero se refería a alguien a quien se estaba haciendo mucho daño por unas opiniones con las que ella (,ni yo) estaba de acuerdo. Pero sin más, sin demostrar lo brillante que soy humillando al otro. Normalmente, además, lo hacemos por algo tan miserable como buscar el aplauso de "los nuestros". Es como el no ser de "los nuestros" te hiciera merecedor a todo lo malo que te ocurra.

No puedo estar más de acuerdo.