Ojalá el sentido común impere y no se juzgue a los padres por ser hombres (como esos hombres deleznables que hay por ahí o como esos hombres estupendos que podemos encontrar) ni a las madres por ser mujeres (como esas mujeres deleznables que hay por ahí o como esas mujeres estupendas que podemos encontrar).
Sólo me gustaría añadir que en este asunto de la custodia en caso de separación, no podemos buscar una buena solución, sólo podemos aspirar a la menos mala, pero como ocurre en otros muchos ámbitos de la vida (recordemos que cuando trabajan los dos padres, los hijos van de la chacha a la abuela, del comedor escolar al inglés o la piscina, ... ¿por no estar separados ellos sí están autorizados para ir mareando a los hijos de un sitio a otro y nosotros los separados no?, ¿por qué de estos casos (mucho más abundantes)no se habla nunca?)
Por un mundo más justo, por un mundo mejor: custodia compartida, también.
El siguiente enlace es una carta sobre custodia compartida de Telémaco Tomás. Por favor, leedla.
http://telemac-tomas.blogspot.com/2010/03/carta-abierta-la-ministra-de-igualdad.html?spref=fb
Jesús Mejías.
martes, 9 de marzo de 2010
miércoles, 17 de febrero de 2010
SALARIO ÉTICO
Me llegan últimamente varios correos sobre el salario ético de los políticos.
Comparto la idea, por supuesto: el salario de un político debe responder a criterios éticos. No comparto, sin embargo, desde luego, las cantidades que les quieren asignar. Quizás vivan por encima de lo que sería deseable, pero no podemos condenarlos a la austeridad más absoluta.
Aunque comparto esta idea, como decía, me sorprende, sin embargo, la complacencia con la que ve gran parte de la sociedad los sueldos y las ganancias de algunos ejecutivos, empresarios y, no digamos, algunos deportistas o “artistas”.
No me refiero tampoco a esas indemnizaciones tan escandalosas que por desorbitadas nos han puesto a todos de acuerdo. Me refiero a ésos que de una forma injustificada ganan 5000 ó 6000 euros al mes, cuando el máximo riesgo al que se ven expuestos es a caer de la silla del despacho o a que el AVE tenga un mal tropiezo; mientras a bomberos o policías (con todas las diferencias que tengamos con ellos, a mí también me multaron indecentemente el otro día)les exigimos antigüedad, exclusividad, pluses, pluses y más pluses para que su sueldo se eleve un poco sobre la media de la población.
Me refiero a ésos que esgrimen, como defensa para sus sueldos, que crean riqueza o que de ellos depende la creación de muchos puestos de trabajo; a ésos que, por ende, cuando cierra su empresa o pierde productividad su departamento, debieran devolver parte de sus ganancias y que, sin embargo, suelen estar blindados por cláusulas que hacen imposible a la empresa deshacerse de ellos o, como mínimo, los hacen vivir cómodamente mientras encuentran otro hueco millonario.
Decía que me sorprendía la complacencia con esta falta de ética en las remuneraciones privadas (recuerdo que dineros hay dineros públicos y dineros privados, pero que moral, ética, no hay ética privada y ética pública). Nuestro ordenamiento jurídico, nuestros convenios colectivos, nuestros contratos podrán legalizar determinados comportamientos, pero no el hecho de que sean legales los hacen éticos.
Por último, una reflexión: ¿no será que mucha gente no se pregunta por la moral de estos otros sueldos por si algún día ellos o su parentela más cercana pueden acceder a éstos?
Comparto la idea, por supuesto: el salario de un político debe responder a criterios éticos. No comparto, sin embargo, desde luego, las cantidades que les quieren asignar. Quizás vivan por encima de lo que sería deseable, pero no podemos condenarlos a la austeridad más absoluta.
Aunque comparto esta idea, como decía, me sorprende, sin embargo, la complacencia con la que ve gran parte de la sociedad los sueldos y las ganancias de algunos ejecutivos, empresarios y, no digamos, algunos deportistas o “artistas”.
No me refiero tampoco a esas indemnizaciones tan escandalosas que por desorbitadas nos han puesto a todos de acuerdo. Me refiero a ésos que de una forma injustificada ganan 5000 ó 6000 euros al mes, cuando el máximo riesgo al que se ven expuestos es a caer de la silla del despacho o a que el AVE tenga un mal tropiezo; mientras a bomberos o policías (con todas las diferencias que tengamos con ellos, a mí también me multaron indecentemente el otro día)les exigimos antigüedad, exclusividad, pluses, pluses y más pluses para que su sueldo se eleve un poco sobre la media de la población.
Me refiero a ésos que esgrimen, como defensa para sus sueldos, que crean riqueza o que de ellos depende la creación de muchos puestos de trabajo; a ésos que, por ende, cuando cierra su empresa o pierde productividad su departamento, debieran devolver parte de sus ganancias y que, sin embargo, suelen estar blindados por cláusulas que hacen imposible a la empresa deshacerse de ellos o, como mínimo, los hacen vivir cómodamente mientras encuentran otro hueco millonario.
Decía que me sorprendía la complacencia con esta falta de ética en las remuneraciones privadas (recuerdo que dineros hay dineros públicos y dineros privados, pero que moral, ética, no hay ética privada y ética pública). Nuestro ordenamiento jurídico, nuestros convenios colectivos, nuestros contratos podrán legalizar determinados comportamientos, pero no el hecho de que sean legales los hacen éticos.
Por último, una reflexión: ¿no será que mucha gente no se pregunta por la moral de estos otros sueldos por si algún día ellos o su parentela más cercana pueden acceder a éstos?
sábado, 2 de enero de 2010
2009, menos de 2000 muertos en carretera
Después de leer titulares como éste, de verdad ¿le queda a alguien una sola duda de la eficacia de unas medidas sancionadoras ejemplares y bien planteadas?, ¿le queda alguna duda a alguien de la eficacia de una buena campaña propagandística de estas medidas?
Digo esto, porque aún resuenan en mis oídos las palabras de algunos que se resistían a reconocer la eficacia de medidas como éstas porque "las medidas sancionadoras son ineficaces siempre", y, por ende, no se podían plantear medidas similares en el ámbito educativo, por ejemplo, porque serían inútiles.
Bien, afortunadamente hubo el año pasado bastantes muertos menos que los anteriores, pero afortunadamente también nos mostraron estos resultados un camino válido para ir avanzando en la educación: en las escuelas, en las familias, en los estadios deportivos, ... en la calle en definitiva.
En fin, por la razón, por el sentido común, por que no nos cueste tanto trabajo reconocer que nos hemos equivocado, por una mirada más social y menos egotista-umbilical, por una mayor independencia intelectual y un menor apego a los clichés ideológicos, a lo políticamente correcto; quizás por todo eso podamos celebrar en un futuro la reducción de muertes intelectuales en nuestras aulas y en nuestras calles.
Un saludo.
Jesús Mejías
Digo esto, porque aún resuenan en mis oídos las palabras de algunos que se resistían a reconocer la eficacia de medidas como éstas porque "las medidas sancionadoras son ineficaces siempre", y, por ende, no se podían plantear medidas similares en el ámbito educativo, por ejemplo, porque serían inútiles.
Bien, afortunadamente hubo el año pasado bastantes muertos menos que los anteriores, pero afortunadamente también nos mostraron estos resultados un camino válido para ir avanzando en la educación: en las escuelas, en las familias, en los estadios deportivos, ... en la calle en definitiva.
En fin, por la razón, por el sentido común, por que no nos cueste tanto trabajo reconocer que nos hemos equivocado, por una mirada más social y menos egotista-umbilical, por una mayor independencia intelectual y un menor apego a los clichés ideológicos, a lo políticamente correcto; quizás por todo eso podamos celebrar en un futuro la reducción de muertes intelectuales en nuestras aulas y en nuestras calles.
Un saludo.
Jesús Mejías
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